El día de ayer, a eso de las 6 de la tarde quedé libre de trabajo, así que animado por ello (ya que los lunes suelo andar ocupado hasta 'bien noche') y dado que quedó pendiente una conversación con una amiga, acordamos ir a San Antonio, una pastelería en la que se puede pasar una velada agradable degustando dulces, panes, jugos, helados, empanadas, pasteles, y algunos etcéteras más. El local acordado fue el mismo al que fuimos hace algún tiempo: el del distrito de Magdalena del Mar.
Antes de seguir con el relato les contaré que por cosas del destino que no diré aquí terminamos en la Avenida Brasil, esa casi olvidada vía que va desde el borde del mar hasta la plaza Bolognesi en Breña. La vía se mostraba casi vacía, característica que llamó mi atención inevitablemente, mérito por la que dedico unas palabras. Al cruzar la mencionada vía, me vino a la cabeza el tráfico de la Avendida Javier Prado cuando ésta recorre los barrios de Camacho y San Isidro, el tráfico de Benavides, el de Faucett al cruzar el río Rímac, el de 28 de Julio en Miraflores, el de Angamos en casi todo su trayecto de Este a Oeste, el de la Av. Sucre, el de la Av. Abancay (casi maravilla de la humanidad ya que no creo que exista avenida en el mundo que soporte tanto tráfico por hora), el de la Av. Próceres en Lurigancho, el de…, en fin, el de innumerables vías que hay en Lima. Realmente la Av. Brasil me dejó un tanto perplejo, su contraste era único, aunque ya varias veces había transitado por ahí, no me había detenido a pensar en ello, no podía creer que mientras esta vía partía a Lima casi en dos tocando y limitando a 5 distritos, carecía del “digno tránsito limeño” con el que cuentan otras vías. La avendida Arequipa es una de las más castigadas con su tráfico, y ésta va casi en la misma dirección de la avenida Brasil, podría decirse que es su paralela; ¿qué tendrá entonces esta vía que no tenga la Av. Brasil como para que nadie le haga caso?, en fin son cuestiones que ya no pienso dilucidar aquí porque primero, pienso que logré mi cometido de poner a pensar al lector sobre este tema, y segundo, no es el tema principal de la nota.
Continuando con el asunto del rubro de la referencia, como dice un caballero amigo mío, llegamos a San Antonio y pues el “kiosco” estaba con todas las mesas ocupadas. Creo que tiene cerca de 25 mesas, en las que pueden estar de 2 a 4 personas. Le pregunté al que hace las veces de maitrë que nos avise de una mesa disponible y me comentó que tenía que sacar un ticket. Dado tal requerimiento saqué uno, 40 fue nuestro número, al avisar del turno al maitrë éste me señaló sonriente un monitor del local y pues, cual agencia bancaria, el conteo estaba en el turno número 32. Nos dispusimos a ver los dulces que se mostraban en los mostradores y escaparates del salón de atención para matar la espera, pasó algó más de 10 minutos para que se nos llamara y se nos guiara hasta nuestra mesa.
Lo clásico, para mi amiga y yo cada vez que salimos a saldar conversaciones pendientes, es nuestro milkshake, ella el de lúcuma y yo el de avellana. Para esto de los milkshakes, a pesar que yo mato por la lúcuma, me parece mejor -sólo en caso de milkshakes- si es de avellana. Además de las bebidas, yo quería una flauta, pero ella luego de ordenar una pizza me advirtió que mejor aún no pida otra cosa, no valla a ser que ella no pueda terminarla. En fin, yo de todas formas iba a pedir mi flauta, pero la insistencia de ella me hizo pensar que en efecto la flaca sólo le daría una probada a su pizza para dármela casi entera, con lo cual ya no me quedaría espacio en el estómago. Y eso que soy de “buen diente” pero el almuerzo de la tarde me había dejado un tanto satisfecho como para dejarme espacio para varios aperitivos más.
Así fue que en plena conversa sobre rentabilidades de cuentas a plazo fijo, familiares enfermos, problemas de trabajo, películas actuales y el tema que nos llevó a San Antonio, nos trajeron los milkshakes y la pizza "Tres Quesos". En efecto, el lonche fue suficiente, y no me animé a pedir mi flauta, por miedo a dejarla a la mitad, que desperdicio pedir tan buen manjar para no disfrutarlo completo, no corre pes, como diría un ‘man’ que conozco. Bueno si sigo con esto de la comida del local ya va a parecer un blog publicitario, no debería nombrar el nombre del local ni sus productos, pero en fin, para que la nota se entienda mejor, de vez en cuando es necesario describir algunas cosas exactamente como son.
Una vez terminado el parche-conversatorio, como mi amiga y yo lo habíamos llamado, nos retiramos cada uno a nuestros cuarteles respectivos, y en el camino me lancé y saqué unas fotos más, además de las ya mostradas, sobre un cartel que me parece ‘chévere’ y sobre una tontería: gente adentro de un bus de transporte urbano. Para muchos extranjeros es la forma más divertida de movilizarse por Lima, entre ellos un primo mío, claro pues, no viajan todos los días en ello, pero para el que suele usar seguido dicho servicio es todo un sufrimiento, sobre todo cuando va lleno. En esa foto me salió otro cherry, pero igual se ve bien. Por favor no rajar de las fotos que las hice con un celular.
Bueno nos vemos.
Lima
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