Cuando era pequeño solía insertar una regla de esas de 20 o 30 centímetros entre un lapicero y su misma tapa, las tapas tienen una especie de "cola" que permite prenderlo incluso del bolsillo de las camisas, pues ahí mismito lo colocaba para jugar con este sofisticado juguete como si fuera un avión. Y de la tanta pluridad de formas de lapiceros hacía mis aviones caseros y armaba todo un aeropuerto con ellos en la mesa de mi cuarto. Me divertía mucho con ello.
Pero bueno, dado que me vino a la mente ello quería contarles, y los que suelen viajar en estos aparatitos tal vez me den ma razón, que a veces nos toca viajar en aviones pequeños, de esos de 50 o 70 pasajeros, que apenas tienen dos filas de asientos en un lado y al otro solo uno. El pasadizo de este avión es bastante angosto y el portaequipaje "de mano" lo es aún peor. La tripulación de este tipo de aviones suele tener al piloto, copiloto (que no vemos) y una sóla aeromoza, si te tocan dos ya estás de suerte. En fin, estos aviones apenas se elevan sobre los siete mil metros y son más suceptibles a las turbulencias y baches del camino.
Es toda una faena viajar en estos juguetes, pero es lo que hay para la mayoría de viajes domésticos, sobre todo si vas por ciudades chicas o desde una ciudad pequeña a una grande, por lo general se viaja en estos aparatos. Por lo pronto sólo quería comentarles esta breve analogía, mis viajes en lapicero.
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